Arte y Humanidades

 

EL ARTE Y LA SINESTESIA

Norma Ávila Jiménez

Jefa de la Sección de Información y Divulgación

Coordinación de Extensión Universitaria

UAM Azcapotzalco

 

¿Qué es la Sinestesia? Es la condición neurológica que confiere al sujeto que la padece o goza, el poder de evocar sensaciones en un órgano de los sentidos distinto del que fue originalmente estimulado, por ejemplo, que al escuchar un sonido perciba un color o un sabor, puntualizan los neurólogos Horacio Sentíes Madrid y Bruno Estañol, en la revista Letras libres, de julio de 2007. En su ensayo El enigma de la sinestesia, aseguran que una de cada 25 mil personas tiene ese “transtorno”, y el 50 por ciento de los sinéstetas, con los sonidos agudos ve colores brillantes y con los graves, oscuros.

        La psicóloga María Lara Bella Molina y el profesor Emilio Gómez, ambos de la Universidad de Granada, en su texto ¿Qué es la sinestesia?, enfatizan que los resultados de los experimentos realizados por Daphne Maurer, de la Universidad de MacMaster en Canadá, demuestran que los bebés, hasta los tres o cuatro meses confunden la visión con el oído o el tacto con el gusto. Los neonatos pueden experimentar gustativamente la voz de la madre. Esto indica que al nacer, los centros que procesan los sentidos pueden estar conectados y durante el crecimiento se especializan ante un determinado estímulo. Tal vez los sinéstetas no perdieron algunas de esas conexiones, solo ocurrió un fallo en el proceso de “poda”, aseguran.

          Sentíes y Estañol refieren que Bernard Lechevalier, en su libro Le cerveau de Mozart, apunta que el 11 de abril de 1770 Leopold Mozart y su hijo Wolfgang –entonces de 14 años de edad–, escucharon en la Capilla Sixtina del Vaticano, la obra Miserere, de Gregorio Allegri. Mozart la escuchó una sola vez y fue capaz de transcribir toda la partitura de memoria, incluidos instrumentos y coro. Cuando el segundo marido de Constanza, la viuda de Mozart, escuchó la citada obra de Allegri, constató que el famoso compositor alemán la había transcrito correctamente.

 

young mozart

Wolfgang Amadeus Mozart.

        Una explicación posible –según Lechavalier-, es que Mozart tuviera hipermemoria musical y, tal vez, sinestesia: probablemente asoció ciertos sonidos con los colores plasmados por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, y que, recordando estos últimos, pudiera verdaderamente “escuchar” cada nota en su cerebro.

          Entre los músicos sinéstetas también destaca Franz Liszt: cuando era Kapellmeister en Viena, sorprendió a los instrumentistas al decirles: “Un poco más azul por favor, este tono lo requiere” o “un profundo violeta, no tan rosa”, apuntan los autores. Lo mismo sucedió con Olivier Messiaen, quien durante un ensayo pidió a los intérpretes tocar más “hacia el amarillo”.

          Un ejemplo más es el del compositor ruso Alexander Scriabin, quien tenía la convicción de que cuando un color se observa con el sonido correspondiente, se crea un “poderoso resonador psicológico”. Los colores que él veía de las 12 tonalidades los ordenaban según el círculo de quintas (escala con separación de quinta justa). Éste y el anterior planteamiento lo llevó a escribir junto a los pentagramas de la partitura de Prometeo –obra para orquesta, piano y coro-, las luces que iluminarían al foro y al público, que debía ir vestido de blanco. Señalaba que con el do, se vería el rojo; el amarillo acompañaría a la nota re; al sonar mi se observaría el azul cielo, y durante el tono fa, el rojo profundo, entre otros sonido-colores. Esto se haría con el Clavier á lumère, instrumento, inventado por el propio Scriabin, que era un teclado: al tocar cada nota se produciría el haz de luz con  el color correspondiente a la propia escala cromática visualizado por el compositor. Prometeo se estrenó en 1911 en Moscú, sin embargo, los precarios sistemas de iluminación imposibilitaron la fabricación del teclado.

         Fue hasta 1915 –ya había fallecido el citado autor-, en Nueva York, cuando A. Wallace Rimington se encargó de ejecutar el órgano que emitía los colores, los cuales se proyectaron en una pantalla de varias capas de gasa, ubicada arriba de la orquesta. Esta partitura “exigía dos proyecciones simultáneas de luz: una para seguir a la orquesta sonido por sonido y, otra, para subrayar la tonalidad general de las partes de la sinfonía”, explica John Gage. Un crítico describió que “se veía la luz de un tono expuesta sobre las gasas traseras, y la luz de un tono diferente en las delanteras, haciéndose visible aquella sobre ésta”. Debió haber sido como ver un cuadro de Wassily Kandinsky cobrar vida.

 

Asociacin de Scriabin entre notas y colores

Asociación de Scriabin entre notas y colores. Ilustración; Joel Millán

 

            Por cierto, este último descubrió que disfrutaba la sinestesia, durante la presentación de la ópera Lohengrin, en Moscú. El doctor Hajo Düchting, en su libro Kandinsky, cita las palabras de este artista ruso fascinado por las notas de Wagner: “A los violines, los profundos tonos de los contrabajos, y muy especialmente los instrumentos de viento personificaban entonces para mí toda la fuerza de las horas del crepúsculo. Vi todos los colores en mi mente, estaban ante mis ojos. Líneas salvajes, casi enloquecidas, se dibujaron frente a mí”.  A partir de allí, a varios de sus lienzos los tituló Improvisaciones y Composiciones; en éstos hizo “resonar” y “vibrar” a los colores, haciendo alusión a tópicos de la música. Además, en 1909 estrenó sus óperas El sonido amarillo, El sonido verde, y Blanco y negro.

 

Scriabin Ciculo de quintas cambiando gradua lmente de color. Mara Villalobos Casado

Círculo de quintas cambiando gradualmente 

 

         Amelia Alonso Ruíz, en su libro El color de los sonidos, informa las conclusiones a las que llegó después de analizar el texto De lo espiritual en el arte de Kandinsky. Plantea la correspondencia que posiblemente hizo este pintor entre el color y el timbre de los instrumentos:

Rojo: Enérgico, suena a trompetas acompañadas de tubas.

Amarillo: Excéntrico, agudo y penetrante como una trompeta.

Azul: Concéntrico, introvertido. En su tonalidad más clara corresponde a la

         flauta, el azul medio al violoncello y el oscuro, al contrabajo.

Verde: Tranquilo, como el violín.

Naranja: Barítono potente, viola interpretando un largo, o campana mística.

Violeta: Corno inglés, gaita o fagot.

Blanco: Frío, infinito, pausa musical.

Negro: Silencio.

        Otro pintor sinésteta, fue Vincent Van Gogh: en 1881, le escribió una carta a su hermano Teo desde La Haya, donde le explicaba que algunos pintores tenían la majestuosa cualidad de usar sus manos con el virtuosismo de un violinista, y que determinadas obras llegaban a ser pura música. Cuatro años después, Van Gogh decidió estudiar piano: el artista declaró que la experiencia de tocar era sobrecogedora porque cada nota le evocaba un color. Su profesor, alarmado por esas declaraciones, decidió ya no darle clases.

 

noche estrellada sobre el rodano vincent van gogh

Vincent van Gogh. Noche estrellada sobre el Ródano (1889)

 

         Lo ideal es que para los artistas la sinestesia sea una herramienta creativa con la que puedan enfatizar lo señalado por Kandinsky en De lo espiritual en el arte: “El color es un medio para ejercer una influencia directa sobre el alma. El color es el teclado. El alma es el piano con muchas cuerdas. El artista es la mano que por esta o aquella tecla, hace vibrar adecuadamente el alma humana”.