Arte y Humanidades

LA MÚSICA, EMULADORA DE LA CIUDAD

Por Alma Delia Juárez Sedano

Doctorante en Diseño y Estudios Urbanos

UAM Azcapotzalco

 

La ciudad es símbolo de poder, de tecnología e innovación. Los referentes que la definen se construyen en el habitar y a través de los puntos de vista de quienes la viven y sueñan cuando son dados a conocer por los distintos medios (la radio, la televisión, los periódicos, el cine, las revistas, etcétera). Identificada por sus lugares, da muestra del tiempo, de la cultura de las civilizaciones y de sus necesidades. Las perspectivas bajo las que se le ha estudiado la han dejado a la vista con múltiples rasgos, mostrándola siempre un tanto diferente. Concebirla desde la música la modela en el hacer cotidiano, dando referencia de sí a través de los ritmos y de las significaciones hechas por sus habitantes.

          Su uso para ambientar escenas le otorga al escucha un elemento más con el cual relacionar sus experiencias. Única y diferente, la ciudad se figura en un tiempo vigente y en dos momentos: cuando la música es vinculada con la época de auge o creación, y cuando el oyente puede relacionarla con sus vivencias, estas últimas citadas por Pelinski, Merleu-Ponty y Benjamin como referentes de la experiencia. La música es parte de los contextos sonoros en los que se desarrollan las prácticas diarias; si bien muchas veces escucharla no es una elección, sí da forma a la concepción de los lugares.  

          Harvey, en su libro La condición de la posmodernidad, plantea: “El arquitecto, para tomar el caso más obvio, trata de comunicar ciertos valores a través de la construcción de una forma espacial. Lo mismo hacen los pintores, escultores, poetas y escritores”. La música dice de la ciudad lo que la ciudad dice de la música. Ambas se crean en los mismos contextos y son vividas por las mismas sociedades. Cosificadas, están sujetas a interpretación: se producen y reproducen al habitar. La música suele ser signo y lenguaje en la ciudad. Es comunicación e interpretación: a través de ella se infieren comportamientos e ideologías y, como la arquitectura, comunica. Su forma y su construcción hablan de sus escuchas, del tiempo y del lugar en el que se crea.

 

VIOLONCHELO PAULGAUGUIN 1 La m sica emuladora de la ciudad

Paul Gauguin. El violonchelista (1894)

        

     La heterogeneidad —tanto de la forma urbana como de la población— ha complicado la manera en que se relacionan los habitantes entre sí, y con ello han dado pauta a diversas narrativas. Las prácticas sociales denotan una separación cultural, económica y política, implicando a las relaciones de producción y reproducción. La música es una emulación de lo que se vive en la ciudad, es un signo que se revela como espacio y como hecho urbano cuando ésta tiene el carácter de ser identificada por el colectivo ciudadano. Como atributo auditivo, estigmatiza y enuncia lugares, escuchas y compositores musicales.

 

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 Carabaggio. Los músicos (1595)

 

         A través de los Corridos, la música norteña —con su manera muy específica de comunicar vivencias— ha convertido en leyendas a personajes y lugares, delimitando en su nombre zonas geográficas.  En su narrativa habla de los recorridos y del fenómeno migratorio que en la actualidad es tan mencionado en la política exterior.  

          El rock, por su concepción irreverente, se ha convertido en el lugar de representación de las pugnas sociales. Relacionadas con las zonas urbanas por sus sonidos, instrumentos y letras, las narrativas de las canciones de El Tri, Panteón Rococó, y La maldita vecindad, entre otros, han dejado a la vista un estilo de vida que ha venido evidenciando los distintos conflictos sociales y que con su repetición constante provoca en la nuevas generaciones una apropiación de su lectura, dando lugar a hibridaciones culturales. Como lo menciona Hormigos Ruiz, en su artículo La creación de identidades culturales a través del sonido, “cada obra musical es un conjunto de signos, inventados durante la ejecución y dictados por las necesidades del contexto social”.

          En el siguiente fragmento se proyecta a la clase obrera que habita la ciudad, que viaja en el transporte público y que sueña mientras observa su vida pasar, siempre igual:

 

La carencia

 

Por la mañana yo me levanto

no me dan ganas de ir a trabajar.

Subo a la combi, voy observando

que toda la gente comienza a pasar.

Por la avenida va circulando

el alma obrera de mi ciudad.

Gente que siempre está trabajando

y su descanso lo ocupa pa’soñar.

Después de ocho horas de andar laborando

desesperanza se siente en el hogar,

pues con la friega que hay a diario

ya no alcanza pa’ progresar.

Y así han pasado decenas de años,

pues en un mundo globalizado

la gente pobre no tiene lugar.

Y la carencia, ¡arriba!

Y los salario, ¡abajo!

Con lo que gano en esta empresa

no me alcanza pa’ tragar.

 

Panteón Rococó (2001)

 

          De la Peza, en su artículo El Ska en México. Panteón Rococó y la cultura política juvenil, plantea: “Las prácticas musicales de Panteón Rococó son el resultado de un ir y venir entre la cultura musical mexicana, la lucha universitaria y el Zapatismo, articulados con el ska jamaiquino, expresión privilegiada del movimiento antirracista a nivel global. En ellas se expresan las experiencias de exclusión de los jóvenes de las clases trabajadoras y, así, ese grupo se integra a las luchas de los sectores populares a nivel local y global”. Cabe mencionar que la música de Panteón Rococó expresa emociones, puntos de vista y llama a la conciencia de sus espectadores.

      La ciudad, a través de sus ritmos musicales, revela una diversidad de formas en las que pueden ser expresados los hechos. En esta ciudad, al estilo de Fito Páez, se muestra cómo ésta se siente, se ve y qué se habla de ella.

 

En esta ciudad

 

Nacen pibes, chocan autos, se abren flores en esta ciudad.

Nos amamos, nos odiamos, nos abrazamos en esta ciudad.

Todos rezan a escondidas que no acabe en esta ciudad.

Alguien ríe, alguien llora todo el año, en esta ciudad.

Todos cacareamos en el gallinero.

Nadie quiere no tener razón.

Y todos esperamos que la vida nos regale ese beso que ilumine y nos abra

el corazón.

 

Fito Páez

 

          La (re)significación de los hechos a través de la música transforma los modos de actuar en la ciudad, ya que agrupa emociones, intenciones y maneras de pensar y percibir las realidades. La construcción del lugar —a partir de la experiencia urbana— surge de una idealización; su materialización ha estado sujeta a la creatividad de los artistas y a la interpretación de quien se ha podido complacer. De modo que la música está produciendo lugares de vez en vez, cuando, a través de ella, no sólo se recrea el lugar que el artista quiere representar sino el asociado por el escucha, dejando a la vista además de una idealización de los lugares, una idealización de las prácticas urbanas.

         En todos los casos, la interacción de la música con el individuo es fundamental ya que la construcción del lugar desde la música siempre se da a partir de la experiencia del cuerpo en el mundo.

          Retomando La carencia (Panteón Rococó) para ilustrar  está producción de lugares, se plantea que la canción pudo ser configurada como respuesta a una impresión que el autor generó a través de la observación directa de una actividad cotidiana. Los elementos que la integran (su narrativa, ritmo e instrumentación) alimentan a los oyentes, permitiéndoles configurar un entorno específico que podría estar respondiendo a sitios y experiencias vividas, por ejemplo, en la Avenida Morelos en Ecatepec, en la Avenida Vallejo o en Insurgentes Norte, en la Ciudad de México. La evocación que se desprende a partir de la música, en este caso implica a un lugar, pero también a una ensoñación del mismo sitio, ya que lo que viene a la mente no ha sido precisamente ese punto sino una fantasmagoría de la idea que se tiene del lugar y de sus prácticas urbanas.

          La música contextualiza las vivencias, es fuente de información y referente auditivo de lugares, épocas y prácticas específicas. Con el tiempo, sus distintos géneros han estigmatizado a los territorios, a sus escuchas y a sus compositores. El papel que ha tenido en la sociedad da a conocer una cultura: formas de hacer y de conducir el actuar. Como motor de la imaginación que recrea a la ciudad vivida, refugia distintos puntos de vista y expresa significaciones de los contextos del habitar cotidiano. Utilizada como referente auditivo para construir la ciudad, se convierte en el instrumento que sacude a un cuerpo que estaba dormido en la memoria. Y al despertarlo, abre la ventana a una suma de relaciones que hablan del lugar, de los hechos y de los apegos formados con relación al cómo fue esa experiencia.

          La música —como emulación de los fenómenos urbanos— da referencia de necesidades, de historias personales, de afectos y deseos que se generan en las andanzas cotidianas. Deconstruir el territorio de la urbe desde la música, ha permitido concebirlo a partir de los intercambios culturales, las relaciones de producción, los puntos de vista, la creatividad del autor y las prácticas citadinas. Los estilos que se manejan con sus ritmos e instrumentos revelan el gusto de los oyentes y una transculturalidad en la que los ciudadanos declaran sentido de pertenencia y apropiación, diferencias sociales, rezago y, en algunos casos, marginación.  

La ciudad que crece actualmente en México construida por las inmobiliarias, está desvinculada por su posición en el territorio y/o por sus diferencias poblacionales, arquitectónicas, económicas y de uso. Pensar en una estrategia de integración que involucre a la diversidad como elemento clave, necesita implicar como fuente de vida a la tolerancia y el respeto a las diferencias, no buscar eliminarlas. El redimensionamiento que han tenido las ciudades y la evolución tecnológica le están permitiendo al habitante percibir a sus lugares de diversas maneras. La experiencia en la ciudad como fuente de inspiración, muestra los distintos campos temáticos que dan de qué hablar a los compositores y de qué pensar a sus escuchas.

Bibliografía

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HIERNAUX, Daniel. (2007). Los imaginarios urbanos: de la teoría y los aterrizajes en los estudios urbanos. Eure , 17-30.

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MERLEAU-Ponty, Maurice. (1993). Fenomenología de la percepción. Barcelona: Planeta.

PELINSKI, Ramón. (2005). Corporeidad y experiencia musical. Trans. Revista Transcultural de Música , 0-63.

PEZA Casares de la, Ma. del Carmen. (2011). El Ska en México. Panteón Rococó y la cultura política juvenil. Revista Argentina de Estudios de Juventud , 1-11.

 SCHÜTZ, Alfred. (1993). La construcción significativa del mundo social Introducción a la sociología comprensiva. Barcelona: Paidos Iberica.